La ultima hora es pura hambre,
estresante pensar,
en un rico matambre,
en la panza, calambres,
me dan ganas de comer todos los lapices.
Las ventanas abiertas; el aire corriendo;
la brisa entre los alumnos y el reloj ardiendo.
El timbre suena. Todos saltan de felicidad.
Los lápices tirados y al fin, la libertad.